Oriunda de la zona sur del Gran Buenos y habiendo egresado de la UNLZ, Melisa Nedilskyj, ocupa hoy la Secretaría de Coordinación del Cosave, el organismo rector en protección fitosanitaria de Sudamérica.

Melisa Nedilskyj es ingeniera agrónoma, graduada de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNLZ), y con un amplio recorrido en el campo de la sanidad vegetal, en un organismo clave en el país como es el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).

Justamente, esa trayectoria le valió ser designada como representante argentina ante el Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur (Cosave), el organismo regional de protección fitosanitaria, coordinando las acciones de siete países. Desde abril de 2022 tiene a su cargo la Secretaría de Coordinación del Comité sanitario.

En este diálogo con Cosecha Propia, el ciclo de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ que destaca el desempeño profesional de egresados de esta casa de altos estudios, Melisa Nedilskyj explica cómo llegó a ocupar esa posición y cuál es la importancia sanitaria y hasta económica de la regulación y control en materia fitosanitaria.

Y anticipó que la Argentina ya pidió que la sede permanente del Cosave este en Buenos Aires para “evitar la pérdida de conocimientos y de práctica cada dos años”, y al mismo tiempo “contribuir a la memoria institucional y al seguimiento de todos los temas del Comité”.

– ¿Cómo te interesaste por la agronomía y por qué decidiste ir a la UNLZ? 

– Soy de Lomas de Zamora y mis estudios secundarios los hice en Temperley. Cuando estaba cursando el secundario ya sabía que me gustaba algo relacionado a las ciencias naturales, entonces, al momento de elegir una carrera universitaria fui investigando qué era lo que me podía interesar, y las opciones eran biología marina, oceanografía o algo relacionado con las ciencias naturales. Ahí empecé a visitar facultades. 

Fui a la UBA, intenté llegar a la Facultad de La Plata pero tenía que viajar en tren, colectivo, dije “si éste es el viaje que tendría que hacer prácticamente a diario era un poco difícil”, y por suerte en el polimodal, que hice en el Instituto Lomas de Zamora en Temperley, hicieron una visita a la Universidad de Lomas y la verdad que fue clave en ese momento para mí haber podido visitar el predio de la Facultad de Ciencias Agrarias en Santa Catalina.

Nos llevaron específicamente a una de las cátedras, que era Zoología Agrícola. Había cajas llenas de bichos, insectos y los profesores empezaron a contar y describir cómo los recolectaban, qué eran y cómo los identificaban. Eso nos entusiasmó bastante a mí y a algunos compañeros que empezaron estudiando conmigo en la facultad.

Creo que fue decisivo para decir estoy acá, tengo esto al alcance de la mano, se relaciona con lo que yo quiero hacer. Así que decidí anotarme y empezar ahí los estudios universitarios. 

– ¿Cómo fue el paso por la universidad? ¿Te costó mucho la carrera, había áreas que te interesaban más que otras?

– Inicialmente, es un choque el salir de la secundaria y entrar a la facultad. Así que el primer año fue difícil, ver cómo era esa forma de estudiar o cuánto había que sentarse para poder sacar adelante algunas materias. Como siempre las más complejas son matemáticas, física, química. Pero también acostumbrarte a que no siempre a uno le va bien y no hay que frustrarse por eso.

Con el tiempo, uno de los mecanismos que me resultaron fue estudiar en grupo. Es de gran ayuda, ir a las clases de apoyo a todo lo que pudiésemos hacer. Además, estábamos muchas horas, en ese momento. No es como ahora, que hay franjas horarias para poder trabajar. Si cursabas tres o cuatro materias por ahí estabas días enteros en la facultad. Una forma de aprovechar eso era vinculándote con la gente, hacerte de amigos y conocer gente de todas las materias, de distintos años, eso fue muy útil para poder avanzar.

Estudio y mundo laboral

– ¿Pudiste estudiar y trabajar o el pasar muchas horas cursando impedía desarrollar la parte laboral?

– La verdad es que no tuve la necesidad de trabajar. Hacía algunos trabajos esporádicos pero puntuales y por suerte mi trabajo era estudiar. No producía grandes gastos porque la facultad estaba cerca, era más que nada apuntes y mis papás tenían la posibilidad de decir “tu trabajo va a ser estudiar”. Ésa fue la responsabilidad que tomé para poder hacer la carrera en un tiempo relativamente apropiado. 

También trataba de aprovechar los viajes o pasantías que había. Por ahí no trabajaba, pero me anotaba en pasantías de monitoreo de soja o de trigo, y eso fue también fundamental por la experiencia y el contacto con el campo.

– Como una especie de práctica profesional. 

– Claro. Se hacían viajes a Catamarca, a Tucumán, para hacer la caracterización de razas de ovinos, por ejemplo. Nos anotábamos y obviamente aprendíamos un montón de otras cosas.


– Entonces, recomendás este tipo de vinculación con la universidad. 

– Sí, seguro, recomendaría que se anoten en pasantías, en cursos. Lo que en ese momento no aproveché y sí recomendaría son los intercambios internacionales y participar en congresos. Te abre infinidad de puertas y es un crecimiento personal bastante grande. Hay que estar atento a esos viajes, indagar en esas posibilidades que da la facultad con esos intercambios. Y desde ya, también preocuparse por tener un buen nivel de inglés, porque en el futuro sirve para vincularse con colegas e instituciones del exterior y abre puertas en materia laboral.

– ¿Qué te aportó la facultad en tu desarrollo profesional?

– En el aprendizaje sobre cómo analizar las situaciones, creo que la facultad tiene una metodología de enseñanza. No se puede avanzar sin estudiar de una forma analítica y lógica. Creo que eso se ve mucho en los profesionales que salen y comentan que son egresados de la UNLZ. Generalmente hay muy buenas opiniones sobre los egresados de la facultad.


– ¿Y en términos de herramientas y recursos para el trabajo diario?

– Creo que estamos preparados sobremanera para poder abordar cualquier oferta laboral que haya para un ingeniero agrónomo, tanto trabajar en un laboratorio, como en una oficina haciendo regulaciones o en el campo. Tenemos las herramientas. La clave por ahí es especializarse en algo, pero tenemos una amplitud y también profundidad. Por eso creo que, en algún punto, la carrera a veces se hace un poco larga o hay que sentarse mucho para poder llevarla adelante, pero vale la pena y las posibilidades que abre son infinitas. 

Protección fitosanitaria

– Hoy trabajás en un organismo regional de regulación, con colegas de otros países. ¿Qué es el Cosave y por qué entraste ahí?

– Uno empieza estudiando agronomía y se imagina estar en el campo, produciendo o asesorando a alguien. Lo mío fue totalmente distinto, sin quizás planificarlo tanto, pero entré a Senasa, a través de una pasantía de la facultad. Ingresé al área de cuarentena vegetal, que es donde se establecen requisitos de importación y exportación de productos vegetales, trabajando en análisis de escritorio, investigaciones sobre cuáles son las plagas que pueden ingresar al país a través de los productos que quieren importarse.

Eso requiere que sepas el sistema de producción del cultivo, la biología de las plagas, es decir, cuáles son las condiciones de nuestro país para que esa plaga pueda establecerse acá. Esos fueron mis inicios allí.

El Cosave es un organismo regional, en el que estoy trabajando ahora, está conformado por siete países, uno de ellos es Argentina. Entré al Senasa en 2011 y al poco tiempo empecé a trabajar en este organismo regional, en un grupo técnico, el grupo de cuarentena vegetal, porque yo estaba en el área de cuarentena vegetal y me designaron para trabajar ahí.

Desde hace dos años Argentina tiene la Presidencia, que es rotativa, así como también la Secretaría de Coordinación, que es la que administra todas las acciones técnicas y administrativas del Cosave. 

Ahí tuve la oportunidad de coordinar este organismo regional durante la presidencia de Argentina. Es un organismo que nuclea las áreas de protección vegetal de los países miembro, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. O sea, las áreas nacionales específicas de los países que se dedican a cuidar el estatus fitosanitario en sus países, y estamos hablando de plagas de las plantas.

– ¿El objetivo del Cosave es que las plagas no ingresen a la región?

– Sí, este organismo el año que viene cumple 35 años. Inicialmente se creó para nivelar las capacidades y también para entendernos entre los países de la región, porque obviamente que por la cercanía geográfica hay más comercio, terrestre y fluvial y protegernos en cuanto a la dispersión de plagas, hablar un mismo idioma, mientras se facilita el intercambio.

Se hicieron procedimientos para que todos los países hagamos lo mismo cada vez que intercambiamos productos vegetales o con algún riesgo de dispersión de plagas. Y posteriormente, con el fenómeno de la globalización, empezó a haber normas internacionales para ese intercambio y el organismo incluyó también dentro de sus actividades principales, poder incidir o proponer, incluso también analizar cómo podían afectar a los países de la región esas normas internacionales que afectan el comercio de los productos de los países. Esto es muy importante para toda la región por los grandes volúmenes de producción y diversidad de productos agrícolas que tenemos.

– ¿Cómo está Argentina en relación a otros países de la región?

– Argentina, junto con Chile, son los países que en la región desde siempre tuvieron sistemas bastante consolidados o fueron los primeros en diseñar estos sistemas que se le pueden decir cuarentenarios, que hacen a la protección de los cultivos, más que nada desde el punto de vista de la prevención. Los organismos como Senasaen Argentina o el Servicio Agrícola Ganadero en Chile hacen ese trabajo de prevención, evitar el ingreso de plagas nuevas, que afectan a cultivos que son importantes a nivel económico.

La idea también con este organismo es generar conciencia de cuáles son estas plagas que no tenemos y reducir, en su medida, la probabilidad de introducción o su impacto una vez que ingresen. 

En ese punto, Argentina tiene mucha experiencia en análisis sobre bases técnicas. Una de las herramientas principales es el análisis de riesgo de plagas.

Hay toda una base técnica, y por eso es necesario que haya profesionales. Generalmente, son agrónomos o ingenieros forestales que hacen todo ese análisis, pero también hay que decirle al otro país con el cual estás queriendo negociar la exportación o importación de un producto, si esas regulaciones son adecuadas o no para ese producto, según el riesgo de la plaga.

Así que hay una parte que es no solamente técnica, sino que también tenés que tener experiencia en cuanto a cómo es una negociación internacional y cuáles pueden ser las implicancias de tomar ciertas decisiones o acciones. Porque, en definitiva, todo esto termina impactando de alguna forma en el productor, en el campo, hay muchas acciones que se toman desde la producción del cultivo, desde el origen, desde plantar una semilla sana y mantener sano el cultivo y tener trazabilidad.

– ¿Hacia dónde está yendo hoy la sanidad vegetal a nivel internacional?

– Como las barreras arancelarias, siempre tuvieron una tendencia descendente, lo que empieza a emerger son barreras técnicas que por ahí ponían una plaga en un producto para poder detener el comercio en un momento puntual. Hasta que vos podías hacer el descargo y que ese país te acepte que realmente esa plaga no iba con ese producto, tenías un mercado cerrado por muchos años. Con esto de las normas internacionales, el accionar de los organismos nacionales y regionales fueron una motivación importante para el trabajo.

Ahora lo que está ocurriendo es que hay algunos estándares, más que nada privados, que están incidiendo mucho en el comercio de los productos en general y muy de forma bastante relevante en lo vegetal, que son esas cuestiones comerciales que tenés que producir en lugares, por ejemplo, que no hayan sido deforestados. O sea, más allá de todo lo sanitario, están apareciendo algunos otros condicionamientos, que no tienen netamente que ver con lo fitosanitario pero que, en algún punto, pueden interferir o tienen alguna vinculación con estas cuestiones fitosanitarias.

– Te referís concretamente a la última normativa de la Unión Europea, exigiendo la acreditación de que los campos no tienen que haber pasado por tres años, por un proceso de deforestación.

– Sí, por ejemplo eso. Como decíamos, las normas internacionales también tienen sus procesos para su elaboración y su validación por todos los países del mundo, y a veces hay algunas cuestiones que demoran esos procesos y, en algún punto, no poder homogeneizar alguna norma internacional para un punto que puede ser importante, no sé si decir una traba, pero es algo que no favorece al entendimiento internacional sobre algunas cuestiones para poder comercializar o mover productos, porque no todo es comercio.

Menú de plagas

– Se conoce el caso del HLB en los cítricos, pero ¿cuáles son las plagas que están hoy presentes en Argentina, o les están prestando más atención? 

– El Cosave trabaja a través de grupos técnicos. Esos grupos técnicos se conforman según las prioridades de la región para distintos temas. Hay cuatro grupos técnicos que se vinculan a plagas específicas de interés para la región. Ellas son lobesia botrana, que es la polilla de la vid. Ingresó a Chile primero, después a Argentina, pero todavía hay países de la región que producen uva, que es su principal hospedante y no la tienen. Entonces hay un grupo técnico que trabajó para elaborar muchos procedimientos y capacitar al resto de los países para prevenir el ingreso de la plaga o convivir con ella, en caso que ingresara. 

Después también tenemos HLB, sigue siendo un grupo técnico. Langosta, que si bien es una plaga que está presente en los países, sabemos que tiene un carácter transfronterizo. La idea es que se generen sistemas de alerta a nivel regional para que, por ejemplo, si empieza habiendo una formación de mangas en Bolivia, Argentina o Paraguay, dependiendo de cómo rote, estar alertas y monitorear para poder prevenir la formación de esas mangas de langostas que sabemos cuáles son las consecuencias en la producción.

Y, obviamente, que para la región es de suma importancia el tema de mosca de los frutos, que es una de las plagas que más importa en el comercio internacional, especialmente de frutas frescas, que somos grandes productores en la región.

En el caso de estas plagas, cuando se detecta ¿el país debe quedar aislado o fuera de los flujos de comercio? 

– No, lo que compartimos en esos grupos son por ejemplo, cuestiones de actualidad, nuevas tecnologías para que los países implementen en su país. Por ejemplo, en su momento fue la técnica insecto estéril, ahora está la técnica de adulto frío, que está vinculado con lo mismo, es ver cómo generar otras formas para controlar la plaga. Entonces, es ver cuáles son todas las tecnologías que pueden aparecer para, por ejemplo, controlar esas emergencias, ya sea de modo biológico o estas nuevas formas de insectos estériles. Las áreas libres, son algo bastante costoso para el Estado, pero también es muy beneficioso para el comercio de los productos.

Entonces, se intercambia todo ese tipo de conocimiento, se ve, por ejemplo, cómo se desarrollan en los países que tienen las plagas, los planes de emergencia. En el caso que los otros países también tengan situaciones similares, lo que se hace es compartir esa experiencia, capacitaciones y simposios para traer, por ejemplo, especialistas internacionales.

Algunos grupos trabajan sobre el desarrollo de formas de monitoreo para Lymantria dispar, que es la polilla esponjosa, que ataca especies forestales, que es de importancia para toda la región. Es una plaga que está ausente en todos los países y ahí compartimos información, por ejemplo de intercepciones que algunos otros países hayan tenido en sus límites geográficos, en sus puntos de ingreso, sobre todo Chile o en Argentina, porque es una plaga que puede ingresar a través de buques marítimos. 

El agrónomo que trabaja en eso tiene que pensar en que esta plaga es importante porque produciría tales pérdidas en mi país. ¿Cómo puede ingresar? ¿Cómo se mueve? ¿Cómo podría evitar la dispersión de esa plaga en el país? ¿Cómo la controlo? ¿Cómo se mueve en los productos que pueden ser afectados por esta plaga? Hay que tener una visión realmente integral y con información de muchas áreas para poder realizar las acciones que los organismos tienen como responsabilidad.

– ¿Cuándo termina la presidencia argentina del Cosave?

– La presidencia rota entre los países cada dos años. Argentina termina su mandato en abril de 2024. Lo que estamos tratando de conseguir es la sede de la Secretaría. La Secretaría rota con la Presidencia pero en este caso, lo que los ministros aprobaron es que la sede de la Secretaría quede en Buenos Aires, en Argentina, así que ahora lo que restan son pasos administrativos para poder modificar la normativa que hace que eso quede como sede permanente.

Más que nada por una cuestión de que aportaría a la memoria institucional y el seguimiento de todos los temas del Cosave.

Lo que haría la sede permanente de la Secretaría es evitar esa pérdida de conocimientos y de práctica cada dos años. La próxima presidencia sería de Uruguay. Todavía no sabemos bien cómo va a ser el tema de la Secretaría de Coordinación en Buenos Aires, pero ya estamos hablando internamente para ver cómo vamos a empezar a manejar estas nuevas formas de organización.

– ¿Cómo es visualizada la Argentina y la región en los foros internacionales de la sanidad vegetal?

– Tanto Argentina como el Cosave tienen un prestigio internacional muy importante. Somos un organismo regional muy escuchado a nivel internacional porque participamos en este ámbito desde los inicios y con una formación en lo que son discusiones técnicas y también en las negociaciones, muy importante.

Es un organismo referente a nivel internacional. Cosave es una de las regiones, pero son diez en todo el mundo. Obviamente, tener una posición regional es que siete países se pongan de acuerdo con respecto a algo. Ese es el trabajo que hacemos año a año antes de ir, por ejemplo, a la Comisión de Medidas Fitosanitarias, que es el órgano máximo de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria, un organismo reconocido por la OMC para la elaboración de normas internacionales.

En ese ámbito, que es el máximo, para lo que es la sanidad vegetal, somos un organismo que tiene una voz importante, no solamente como región sino como país, porque cuando un país se expide en esos ámbitos habla por su país y por el Cosave.