De alumno a dirigente estudiantil, de allí al decanato, y más tarde a trabajar en el sector privado y el público en un alto cargo en el Ministerio de Agricultura. Es el recorrido que Marcelo Yasky desgrana en exclusiva para Cosecha Propia.

Marcelo Yasky es ingeniero agrónomo, egresado de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ, donde pasó por la militancia universitaria llegando a ocupar la presidencia del Centro de Estudiantes en los albores de la democracia recuperada en el país hace 40 años. Pero tal vez sea más recordado por muchos exalumnos y docentes por su gestión como decano de la facultad durante dos períodos y cómo subsecretario de Agricultura de la Nación.

Con experiencia en el mercado de granos y la producción agropecuaria, hoy trabaja en un programa de promoción de las exportaciones dependiente de la Cancillería argentina. Yasky  destaca el potencial del país para jugar un rol relevante en los mercados globales y asegura que para ampliar la oferta exportadora es preciso conocer los mercados, sus gustos, modos de consumo y ajustar la oferta para abastecer las góndolas de los principales compradores.

¿Cómo fueron tus inicios en la facultad y qué te atrajo a esta temática?

Yo vivía en San Justo, provincia Buenos Aires, así que soy un típico habitante del conurbano. Mi vinculación con lo que luego terminaría siendo mi profesión, tenía que ver con ese deseo siempre del viaje, del ambiente y de la amplitud de los territorios rurales. La sensación que te da ese espacio abierto a la naturaleza, su funcionamiento y las personas interactuando ahí con la cuestión productiva. Y como mi padre viajaba muy frecuentemente, muchas veces lo acompañaba. Eso también me fue motivando esa inquietud por ese tipo de actividad. Por ahí viene ese deseo y esa atracción por esta carrera. 

Cuando decidí estudiar tenía dos opciones que por transporte público no eran muy cercanas, la de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y la Universidad de Buenos Aires. Por aquel entonces había examen de ingreso y en el caso de la UBA también había cupos. 

Por una cuestión casi fortuita terminé en Lomas de Zamora, porque había hecho el curso y con determinada calificación, ya tenías asegurado el ingreso. Por su parte, el día anterior a presentarme al examen en la Facultad de Agronomía de la UBA, perdí el documento y tenía que presentarme con DNI, así que no fui. 

De alguna manera, vaya a saber uno por qué razón del destino, se dio eso. Ahí transcurrió mi carrera, transitando el Camino de Cintura todo el tiempo hasta San Justo y me recibí allá por diciembre de 1984.

¿La facultad te dio lo que esperabas, se cumplieron las expectativas?

Sí, se cumplieron las expectativas. Tampoco es que a priori yo tenía una gran expectativa, esperando que desde fuera de mí viniera algo que yo no fuera capaz de buscar. Entre mi propia búsqueda y lo que hubo a disposición en la facultad lo pude hacer todo sin ningún problema, sin algo pendiente. 

¿Cómo fue tu participación en el movimiento estudiantil? 

Ingresé en 1978, pero con la apertura democrática, ya más explícitamente, participé de todos los movimientos estudiantiles previos a las elecciones de 1983 e inclusive fui electo presidente del Centro de Estudiantes hacia fines de ese año.

¿Qué cambió entre cursar en época de dictadura y el advenimiento de la democracia?

Al inicio era todo más cuidadoso, la vinculación que uno tenía con el resto. Obviamente, de temas de política no se hablaba. Hoy por hoy, desde ya, que es totalmente libre, afortunadamente, y más en el ámbito universitario, donde la posibilidad de expresar libremente las ideas, debatirlas, hacerlas públicas debiera ser uno de los ámbitos icónicos. 

¿Qué sentís que te dio como aportes principales el paso por la universidad para tu desarrollo profesional?

Al inicio uno no se da cuenta pero hay algo que advertí tiempo después y es cierta disciplina en una manera de actuar, de proceder, de analizar las cosas sobre las que te toca intervenir. Poner algo o cuantificar en un numerador, cuantificar otra cosa sobre la cual querés establecer esa relación o ese ratio, en el denominador, y a partir de ahí empezás a tener indicadores, parámetros, maneras de monitorear el proceso sobre el cual profesionalmente estás intentando intervenir. Esto lo hago naturalmente en muchas órdenes y me empecé a dar cuenta mucho tiempo después de dónde venía. 

Convenios de intercambio

Fuiste alumno, egresado, pasaste por el Centro de Estudiantes y llegaste también a cargos directivos en la facultad. ¿En qué período y cómo fue esa experiencia?

Me eligieron decano en agosto de 1995. El primer período fue en tres años, durante el cual se modificó el Estatuto, se llevó a cuatro años de duración el mandato, así que en agosto de 2002 finalizó mi segundo período. Ya tiempo antes había avisado que no deseaba continuar. Cuando me habían venido a consultar dije que no, que para mí ya era suficiente, para que se decidiera por otra opción. 

Lo más interesante que yo recuerdo fue la posibilidad de establecer vinculaciones internacionales, y sobre todo lo hicimos con España. A partir de un convenio con la Universidad de Córdoba, en España, pudimos hacer un intercambio de alumnos en el que se reconocían las materias cursadas y aprobadas en la otra casa de estudios. Llegamos a enviar 40 alumnos de nuestra facultad en ese programa de intercambio.

Primer contingente de 10 alumnos que participaron del intercambio con la Universidad de Córdoba (España).

Para mí lo central era la vivencia en otro país, desde todo punto de vista, profesional, personal. Luego, esto nos permitió participar con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en un programa que ellos también propiciaron, en vinculación con una universidad chilena, una nicaragüense y otra española. 

Y en el mismo sentido hicimos algo equivalente con la Universidad Politécnica de Valencia, pero ahí para posgraduación de los profesores. Era una época en la que visualizaba junto con quienes me acompañaban en la gestión y muchos profesores también, que teníamos la necesidad de poder hacer que la mayor parte, y si fuera posible toda la planta docente tuviera su posgrado.

En ese momento ya empezaba a ser una exigencia muy fuerte de las instituciones universitarias y mucho más aún de aquellas como la nuestra, que tenían que pasar por los procesos de acreditación de sus carreras, que recién se iniciaban, a través de la CONEAU, organismo que se crea a partir de la nueva Ley de Educación Superior (NdR: Ley 24.521, sancionada el 20 julio de 1995).

Con el convenio con la Universidad de Córdoba (España), se realizaron cursos de posgrado en nuestra Facultad. Pedro Caldentey Albert, Miguel Moreno Millán, y quien me acompañó como vicedecano, Fernando Rumiano

Había que adecuarse a los requerimientos y además, en definitiva, una institución universitaria, su base constitutiva tiene que ver con la academia, con la ciencia, con la capacitación permanente. 

Luego te dedicaste a la actividad privada y fuiste también Subsecretario de Agricultura. ¿Pensaste cuando iniciaste la carrera que algún día podrías llegar a un puesto donde se define la política agropecuaria en el país?

La verdad que cuando era alumno uno se imaginaba, y siendo alguien que ha participado de organizaciones estudiantiles, una política en términos generales. Pero el día que se dio, se dio, y la verdad que fue una linda experiencia desde el punto de vista personal y profesional; más allá de que son lugares y muchas veces con situaciones complejas pero es parte de ese desafío.

Como consultor del BID para el PROSAP desarrollando un método en base a muestreo aleatorio estratificado, para determinar la superficie sembrada con cultivos extensivos. Desde hace más de 10 años es la metodología utilizada por la Secretaría de Agricultura de la Nación

El mensaje en todo caso es que se puede llegar incluso a un lugar muy importante a nivel nacional o provincial, desde la formación que te da la universidad.

Eso sin ninguna duda es así. Para mí lo central siempre tiene que ver con poder poner en armonía lo que uno piensa, lo que uno siente y lo que uno hace, y animarse. La formación que te brinda la facultad es tan destacada como lo puede ser cualquier otra institución equivalente dentro de nuestro país. Y lo definitorio es entonces lo que uno es capaz de poner en juego su propia convicción, sus propias virtudes, sus propias capacidades, más allá de lo técnico. Lo técnico desde el punto de vista de la formación que te da nuestra facultad o cualquier otra, es suficiente como para… El resto, la diferencia la pone uno..

Del mismo modo que el compromiso con la formación también tiene muchísimo que ver con uno. 

Argentina for export

¿Hoy estás trabajando en Cancillería, en un área vinculada a promoción de comercio?

Es un área en la que Cancillería tiene una parte, otra parte del sector privado, y genéricamente se conoce como Fundación Exportar, aunque hoy su nombre es otro. Lo que hace es promocionar la participación de empresas argentinas en ferias, rondas de negocios en el mundo. Del sector agropecuario, pero también otros sectores, de bienes, de servicios. Obviamente, que el sector agroindustrial tiene una participación fuerte. Lo que no te vas a encontrar en este tipo de actividades es con el comercio de granos convencional, por ejemplo.

Como consultor del programa Desafío Exportador de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional en reuniones con Agencias provinciales

¿Se puede incrementar de manera importante la exportación de granos, dar un salto exportador? 

Es un camino largo poder hacer que la matriz actual de exportaciones de nuestro país, se vaya modificando y haya un predominio más amplio de otros sectores adicionales a lo que es el sector granario y de un primer procesamiento, por ejemplo, todos los derivados del procesamiento de la soja.

Pero desde ya que es el desafío que hay que encarar y es el camino por donde debe transitar nuestro país. Porque no sólo tiene que ver con una cuestión de balance comercial, de ingreso de divisas, sino también que los empleos que están vinculados a estas actividades también tienen un mejor nivel de remuneración, porque todo se empieza a valorizar en la moneda en la cual se producen los intercambios comerciales.

No solo es el ingreso de divisas que te permite poder intercambiar y hacerte de más bienes y servicios, sino que además los salarios de quienes participan (en la cadena) también se empiezan a valorizar en esos mismos términos internacionales.

¿Cómo nos ven desde afuera en esta carrera hacia el salto exportador?

Ahí siempre está la potencialidad que tiene nuestro país y que no termina de expresarse. De nuevo tiene que ver con tu consulta inicial de este tramo, si Argentina tiene esas posibilidades, sí debe hacerlo. Pero de alguna manera, a veces como se está esperando que haya un avance mucho más sostenido por nuestra parte. 

¿Qué está pasando en el mercado de granos a nivel mundial?

La situación de la guerra Rusia-Ucrania, obviamente, ha generado dificultades desde el punto de vista del abastecimiento granario. Ucrania es un productor muy importante de trigo, es un productor más o menos importante en el caso del maíz, casi parecido a la Argentina, y en una situación mundial en la que hay una oferta y demanda relativamente ajustada, esto ha generado una situación, en su momento, de un pico de precios, que ahora está aflojando un poco, pero que no deja de ser una situación con valores actuales si los comparamos, por ejemplo, con los de inicio de este siglo, muchísimo más alto.

Esa tensión entre oferta y demanda global sigue haciendo que haya precios en niveles relativamente sostenidos. Más allá de los vaivenes de un mercado, que siempre son muy sensible, a pequeñas variaciones relativas de su oferta o su demanda, que impacta en mucha mayor magnitud en los precios, tanto para arriba como para abajo.

Visita como consultor al recinto de operaciones del Mercado de Chicago (CME Group).

¿Qué puede esperarse en los próximos meses? ¿Argentina puede tener un poco más de participación en algunos mercados?

Sí, puede tener más espacio y siempre va a tener que ver con cuestiones de tu productividad, tu innovación, acertarle con mucha precisión a los hábitos de consumo y a las demandas que esos hábitos generan, que son lentamente cambiantes, pero hay que saber detectarlas.

Me parece que tu pregunta apunta a si vamos a otro tipo de producto, que ya más tiene que ver con que voy a un supermercado como consumidor final, a una góndola y me abastezco de algo que va a requerir un mínimo proceso culinario para que yo lo pueda consumir o mínimo proceso código culinario de preparación para que yo lo pueda consumir.

Para eso tengo que detectar muy bien cuál es ese mercado objetivo, qué hábitos de consumo tiene, qué tamaño tiene para ajustar la oferta, en función de esa demanda. 

Me quedo con una parte positiva de tu respuesta, y es que, en definitiva, Argentina tiene la posibilidad, tiene empresas, producción y la posibilidad de hacerlo. 

Totalmente, es así y tiene una gran capacidad de emprendedurismo, de ganas, de deseos, de gente que quiere lanzarse. El tema es que pueda tener las condiciones propicias como para que eso suceda, pero potencialmente está todo dado.

Periodista: Lic. Carlos Boyadjian (Cs. Sociales- UNLZ)